Qué difícil es ese momento en el que debemos echarnos a un lado y dejar que otras personas hagan lo que hacíamos nosotros para nuestro propio proyecto. Es cierto que nadie conoce mejor que nosotros o nosotras mismos o mismas lo que queremos pero quizás es ese justamente el problema. Debemos aprender a cómo delegar y a hacerlo mucho más a menudo.
No podemos estar todo el día creyendo que nadie puede hacer nuestro trabajo mejor que nosotros. Si esto fuese así realmente, no tendríamos competencia. Y de forma automática seríamos la empresa líder del sector o del propio mundo. Pero no, esto no es así y debemos aprender a dejar que otras personas hagan más cosas.
Cómo delegar debe ser el centro de tu marketing interno.
El marketing de una empresa no debe centrarse nada más en lo que hay fuera. No debes centrarlo en satisfacer las necesidades de tu clientela y ya está. Si tus propias necesidades no están cubiertas, ¿de verdad crees que podrás satisfacer las del resto? En la vida. Y esto te lo puede decir cualquiera.
Tú necesitas tu tiempo y tu espacio para no perderlo en cuestiones que pueden hacer otras personas. Creer que otras personas no son capaces es un síntoma preocupante de tu aspecto psicológico que se corrige sumamente rápido. Y es que lo primero que debes hacer es impregnar a tu gente de la filosofía de tu proyecto.
Si tú crees que haces bien las cosas para tu proyecto, es porque llevas la filosofía del mismo en lo más adentro. Pues sácalo y házsela llegar a la gente que trabaje para ti. ¿Qué quieres hacer, hacia dónde quieres llegar, tus objetivos estratégicos y tácticos cuáles son…? Si quienes trabajan contigo son capaces de entender todo esto, podrás aprender a cómo delegar mucho más fácil de lo que creías.
Delegar no significa rascarte la barriga.
Evidentemente, delegar tu trabajo hace que tengas más tiempo para ser más eficiente con otros procesos productivos del proyecto. No tenemos el don de la oblicuidad por lo que no es imposible hacerlo todo a la vez y estar en todos los lugares en los que se nos requiere. Pero con las nuevas tecnologías, casi que puedes.
Delegar en alguien significa cederle casi toda tu confianza. Y es en ese “casi”, en el que debes centrarte. De la misma manera que le has contratado por las razones que hayas elegido; debes confiar en esa persona por esas mismas razones. Pero al igual que supervisabas su trabajo para que estuviese a tu gusto, a la hora de delegar debes hacerlo aún más. Cuanto más supervises al principio, menos tendrás que hacerlo después.
Al final, así acabarás aprendiendo a cómo delegar en alguien cualquier tarea. Supervisarás su trabajo cuando tengas un rato y mostrarás que no estás ausente. Así tampoco la confianza llegará a un lugar al que no tiene que llegar; y así evitarás que tu persona adquiera vicios que no debe.
Tú también debes delegarte a ti mismo.
Cuando delegas es porque tienes cosas que te quitan tiempo de tu objetivo principal. Suelen ser cuestiones menores, o incluso mayores, que pueden hacer otras personas y que te ayudan a recabar todo lo que necesitas para llegar a la meta. Es por eso que también delegar sobre ti mismo o misma.
Uno de los errores más comunes cuando se delega, es que se acaba cogiendo el vicio también. Y a no ser que tengas una gran multinacional bien asentada y con unos ingresos constantes con la mejor plantilla del mundo; va a ser muy difícil que te desquites de todo y vivas de esos ingresos. Volvamos al mundo real.
Es por eso que debemos saber exactamente cuál será nuestro trabajo a partir de ahora. Si es otro proyecto, si es el mismo derivado o qué vamos hacer. Y no salirnos de ahí ni inmiscuirnos en el trabajo del resto. Si has delegado, has delegado. Espera y confía. Una cosa es que supervises y otra que metas las narices más de la cuenta. Porque eso hará que la persona en la que has delegado no se motive y cree que existe desconfianza hacia su parte.
Motiva y premia.
Si ya has sabido cómo delegar y tienes a las personas idóneas, no las dejes escapar. Dentro de ese marketing interno del que hablábamos anteriormente, también deben haber estrategias por las cuales motivaremos a nuestra plantilla para que se quede. Recordemos que la competencia no solo nos intentará quitar ventas, sino que incluso, si puede, nos quitará plantilla.
Por todo ello, motiva y premia a tu gente. Dale descansos, bonificaciones, no exijas más de lo que te gustaría que te exigiesen como empleado o empleada. Sé flexible y comprensivo o comprensiva. Entiende y, sobre todo, escucha. Escucha a todo tu entorno para crecer y mejorar. Nadie mejor que tu plantilla sabe lo que pasa en tu empresa. En la mayoría de las ocasiones, mejor que tú mismo o misma.
Tu tiempo también es dinero
Por supuesto que delegar te costará dinero pero lo más seguro es que no te genere pérdidas. Imaginemos que si alguien tiene que editarte un vídeo, o escribirte un artículo, o hacer lo que sea; y tarda dos horas en realizarlo y cobra 20€ la hora, ya se han ido 40€. Pero, ¿y si estás ganando 100€ la hora porque cuando tú lo hacías y no pagabas a nadie, cuando ese producto o servicio se consumía durante una hora generabas esa cantidad de dinero? Pues ahora en vez de ganar 100€ la hora, estarías ganando 60€.
Pero estarás ganando tiempo ya que tu propio tiempo también vale dinero. Esto debes tenerlo muy en cuenta. No es aconsejable quitarse tiempo libre, no es aconsejable quitarse horas de sueño y mucho menos, quitarse tiempo de estar con la familia. Esto es algo que jamás aconsejaremos hacer. La vida es solo una y el tiempo consumido no se recuperará jamás. Ni aunque ganemos la mayor cantidad de dinero por minuto del mundo.